Resumen
Dominic Thiem ya es para Rafa Nadal un adversario tan peligroso y complicado como Djokovic y Federer. En la segunda jornada del Grupo Londres 2020 de las ATP Finals, el austriaco fue el mejor en un partidazo de ambos, con 62 golpes ganadores y sólo 38 errores no forzados entre los dos. Se decidió en sendos desempates (7-6 (7) y 7-6 (4) en 2h:25), una suerte en la que el número tres del mundo le ha tomado la medida al español en los últimos tiempos. En los cuartos de final del Abierto de Australia le ganó tres y este martes repitió éxito otro par de veces. Algo muy difícil de hacer ante uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. «Es probablemente mi mejor partido a tres sets junto con el del año pasado aquí contra Djokovic», dijo, orgulloso, el vencedor, que lleva dos triunfos seguidos contra el titán español y está ya en semifinales como primero de grupo tras la victoria de Tsitsipas contra Rublev. Nadal tiene que ganar el jueves (21:00) al griego para clasificarse, aunque posiblemente le esperaría Djokovic en el cruce.
ATP Finals
El primer set fue para enmarcar. Duró 1h:12, casi tanto como todo el partido del español el pasado domingo contra Rublev, que acabó en cinco minutos más Se vio un tenis maravilloso, jugado a un nivel altísimo por parte de los dos y decidido por pequeños detalles en un desempate al que se llegó sin opciones de quiebre para ninguno. Nadal se colocó para restar no demasiado cerca de la línea, pero daba un pasito al frente cuando Thiem ejecutaba sus saques y lucía su juego estándar a pleno rendimiento. No pudo hacer más daño pese a dominar durante gran parte de la manga (20 subidas a la red) por la meritoria respuesta de su oponente, que falló poco y repartió golpes ganadores sin cesar (hasta 21 en ese parcial inicial). La batalla, preciosa, desembocó en el octavo tie-break que disputaban en sus duelos particulares y no sería justo decir que lo perdió Rafa, aunque tuvo dos saques para ganar con 5-2 y dos puntos de set, uno al servicio y otro al resto (6-5 y 7-6). El mérito fue de Thiem, que se agarró a sus posibilidades, arriesgó con tiros increíbles a las líneas y no perdonó en la primera ocasión que tuvo.
Muchos jugadores se hubieran deprimido después de desperdiciar esas ventajas, pero Nadal, que había sumado sólo siete errores hasta entonces, no se permite esos lujos y en el primer juego de la segunda manga tuvo la primera bola de rotura del partido. Lástima para él que la levantara Thiem a cañonazos. El duelo siguió su orden lógico por esa evidente igualdad que provocaba una tensión tremenda patente en los movimientos nerviosos de los entrenadores, Moyá y Massú, en la grada. No se habían visto juegos en blanco hasta el 2-2 para el de Manacor y el 3-2 para el austriaco. Un breve respiro. De esa desaceleración sacó partido Nadal, que empezó a llevarse con más frecuencia los intercambios largos, porque la mayoría de los cortos eran para su rival. Y así llegó por fin el break del número dos del mundo (4-3), que lo celebró como si hubiera ganado el set. Y no era así, ni mucho menos. Thiem, espectacular, reaccionó de inmediato para igualar con una resistencia desesperante. Nadal trató de acelerar el partido, aunque se la jugó demasiado en algunos envíos y enfrente se encontró a un enemigo fiero que le sobrepasó y tuvo tres puntos de partido con 5-4 al resto. Ahí reapareció ese Nadal estelar capaz de levantar un 0-40, después de cometer tres errores de bulto, con un último tanto estremecedor: globo de willy incluido. Así se ganó la oportunidad de otro desempate, pero volvió a perderlo, y ya van cinco seguidos contra su nueva bestia negra.